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La historia del despojo que sufrió Calogero Alotto, ha sido publicada en todas las redes, en la prensa local y hasta internacional. Y es que Alotto no ha descansado en su afán de dar a conocer la impotencia que le genera haber tenido que convivir entre la esperanza y el desencanto, ante la injusticia de las instituciones venezolanas.

En diciembre de 2010 una avalancha de atropellos a los derechos de propiedad de varios ciudadanos dueños de estacionamientos en el centro de Caracas, específicamente en las parroquias Santa Teresa, Santa Rosalía, Altagracia y San José que durante años, muchos años, habían trabajado para conseguir lo que tenían, arrebató en pocas horas la tranquilidad de cada uno de ellos. El Gobierno se adueñó arbitrariamente de sus bienes y aun hoy, a distancia de seis años y medio, solo han recibido engaños y promesas.

Allí estaba el estacionamiento y taller mecánico de Alotto, quien poco a poco, desde afuera vio construir un edificio de la Gran Misión Vivienda Venezuela, sí, allí mismo, sobre su terreno, sobre su propiedad, mientras él tuvo que arreglárselas para inventarse en 48 horas una nueva vida, improvisar otra manera de subsistir para seguir atendiendo las necesidades de su familia.

Hoy Alotto es un representante reconocido y respetado por todos los afectados que como él no desisten en la denuncia del fraude cometido por el Estado en su contra. Espera que sus derechos le sean reconocidos y resarcidos, ya que sostiene que hasta que eso no ocurra, seguirá siendo el dueño del terreno que hoy ocupa el Urbanismo OPPPE 10, con 12 pisos y 96 viviendas de residentes que en cambio, bajo los designios de este gobierno socialista, jamás podrán ser propietarios.