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¿Cuánto saben los venezolanos de su industria petrolera Superación del Estado Patrimonialista. Agenda para eliminar monopolios en Venezuela
El concepto de Estado patrimonialista no es nuevo en la historia. Tiene larga data y peso en el campo de la sociología, llegando a ocupar varios volúmenes por su importancia e incidencia en la interacción de los individuos con el Estado.
Desde hace varios años, el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (CEDICE) a través de su Observatorio de Derechos de Propiedad ha venido abordando el tema del Estado patrimonialista dentro de la República Bolivariana de Venezuela. El corolario de dicha labor tal vez pueda hallarse en los trabajos desarrollados por la profesora e investigadora de CEDICE, Isabel Pereira, quien en sus libros “La quiebra moral de un país. Hacia un nuevo Contrato Social” y “Por un País de Propietarios: El petróleo no tiene la culpa”1, establece cuáles son los elementos y características del Estado patrimonialista dentro de la sociedad venezolana.
Una síntesis apretada de estas ideas nos permite concluir que el mencionado Estado patrimonialista pretende ser dueño de todo, y su propiedad “crece con cada estatización, con cada invasión, con cada trozo de existencia que les arrancan a los ciudadanos o con la imposición de reglas de juego que solo sirven para justificar la corrupción y desalentar la posibilidad de crecimiento humano y económico. Un Estado dueño de hoteles, fincas, areperas, empresas de café, harina, arroz, azúcar, está haciendo el trabajo de los ciudadanos y quitándole la oportunidad a los ciudadanos de crear sus propias empresas”2.
Como consecuencia de ello, Venezuela se encuentra presa de un profundo estancamiento. “Ninguna sociedad en el mundo ha logrado desarrollarse plenamente bajo la égida de un Estado o institución que concentre el poder de forma totalitaria y controle todos los ámbitos de la existencia de los ciudadanos, de la vida humana”3. Es por ello que la finalidad de todo el trabajo desarrollado por CEDICE se resuma en la expresión “Por un país de propietarios”, en el cual se trascienda “de un Estado que aplasta al ciudadano, a un Estado al servicio del ciudadano”4.
En lo particular, todavía estamos en la búsqueda de esas supuestas cualidades y servicios que el Estado puede proveerle al ciudadano, incluso partiendo de la premisa de un Estado limitado. Este tema, no obstante, forma parte de una discusión diferente. Mucho se ha avanzado cuando se pone sobre el tapete el reconocimiento expreso de la hipertrofia del Estado y cómo su gigantismo nos ha conducido a la más absoluta parálisis.
Por todo lo anterior, debemos afirmar que este trabajo no pretende ser pionero en sus áreas de estudio, ni pretende despojar de méritos a los esfuerzos que con anterioridad se han hecho sobre los temas objeto de análisis. Al contrario, creemos que su mayor virtud estriba en circunscribirse a la línea de investigación que ha venido desarrollando CEDICE, con el valor agregado de enfatizar y estudiar el tema de los monopolios dentro del llamado Estado patrimonialista, una arista de gran significación económica y de insoslayable importancia para la defensa de la propiedad y la construcción de una nueva ciudadanía, abierta y moderna.
Debemos estar abiertos a nuevos paradigmas.